Amante como soy del turismo de naturaleza, turismo rural o turismo activo, como le queráis llamar, siempre que puedo me suelo escapar con Fernando y dos buenos amigos, como son Pau y Voro, a disfrutar de esos entornos en los que encontramos una gran biodiversidad en botánica y faunística, también en paisajes, algunos poco alterados por el hombre y que constituyen para nosotros un placer contemplarlos.
En nuestros paseos nos esforzamos al máximo en captar con nuestras cámaras rincones que aunque ahí quedan y os enseño nunca alcanzan la belleza del entorno en el que están, les falta el olor, el sonido, ese frío o calor… el estar allí. Pero como siempre digo, ‘es lo que hay’. Cuántas veces me he trasladado yo con una fotografía a un lugar y he llegado a sentirlo…
Este ha sido el lugar elegido para la escapada de este fin de semana, en uno de los territorios más inalterados en aspectos medioambientales que quedan en la Comunidad Valenciana. Este es uno de esos paisajes a los que hacía referencia al principio, poco alterado por el hombre con un particular paisaje que ha sabido desarrollar un turismo sostenible y respetuoso con la naturaleza, constituyendo una de las mejores reservas de biodiversidad del continente europeo.
Leo en la historia de la comarca, cómo marcan el momento más importante con la fundación por el Rey Jaume I El Conquistador, en el año 1237 del Monestir de Santa María, primer convento cisterciense de las tierras valencianas y que agruparía bajo su feudo a los municipios de Pobla de Benifassà, Ballestar, Castell de Cabres, Fredes, El Boixar, Coratxà y Bel; conocidos como la Tinença o Setena de Benifassà. Este Monasterio es el lugar que dio nombre a todo el territorio: Tinença, traducido por “tenencia”, significa la posesión de las tierras por parte de la orden monástica.
Durante el dominio musulmán la vida se desarrolló en torno al castillo de Beni Hassan, y anteriormente son numerosos los restos que nos demuestran una presencia humana desde la prehistoria, como son las pinturas rupestres de la Cova dels Rossegadors o diversos yacimientos ibéricos.
La Tinença de Benifassà, es una pequeña subcomarca de Castellón, que pertenece al Baix Maestrat. Es el territorio más septentrional de la Comunitat Valenciana, frontera con Cataluña y Aragón. El Parque Natural de la Tinença fue declarado como tal el año 2006. Tiene una extensión de 4,925 hectáreas. Engloba entre otros, a los siete pueblecitos que conforman La Tinença de Benifassà: Bel, Ballestar, El Boixar, Castell de Cabres, Coratxà, Fredes y La Pobla de Benifassà, la mayoría ubicados sobre los 1.000 m.
La Tinença de Benifassà es un paisaje de sierras abruptas, bosques de hayedos, pinares, enebros, helechos y boj. Nuestro alojamiento, en Casa Rural El Boixar, a una altura sobre el nivel del mar de 1.089 m. fue increíble, no sabría explicaros a qué huele, como entre fresco y puro, a leña, a hogar y mucho menos cuán nítido se pueden contemplar las estrellas y la preciosa luna llena que nos acompañó. Sin lugar a dudas un destino idóneo en perfecta armonía con la naturaleza.
Son muchas las rutas y caminos que antiguamente servían para comunicar los pueblos de la comarca y que hoy en día son utilizados para hacer actividades de senderismo, rutas a caballo y bicicleta de montaña. Nuestro paseo comienza en el Embalse de Ulldecona, adentrándonos en el Barranc de la Fo, estrecho y angosto de altas paredes rocosas que recoge las aguas de la vertiente más oriental de la Tinença, vamos siguiendo la ruta de los árboles monumentales, rodeados de vegetación de alta montaña. Una ruta por el Barranc del Retaule donde existen espacios obligados como son los del Pi Gros, el Faig Pare y el Hayedo del Retaule.
Llegamos a la Font del Retaule, preciosa, un rincón inmejorable para descansar un rato si se tercia. Un entorno idílico, con un agua fresca y una estupenda sombra que nos proporcionan el escenario perfecto para relajarte y recargar pilas.
Un poco más arriba, dos montículos de piedras te dicen que comienza el ascenso para ver al otro de los habitantes ilustres de estas montañas, el Pi Gros. Vaya ascenso el que nos encontramos, corto pero intenso que dirían muchos, rodeados de una vegetación exuberante compuesta de grandes pinos, arces, hayas y bojes. Es esta abundante vegetación la que hace que no luzca el Pi Gros como merece, no lo ves hasta que lo tienes delante, lo que hace que el impacto al encontrarte con este gigante sea aún mayor.
Dicen que el Faig Pare es el rey del hayedo y sin duda alguna este pino negro es el patriarca de estas montañas. El Pi Gros es seguramente uno de los pinos más grandes y monumentales del territorio español. Sus números son impresionantes, 4,60 metros de anchura y un diámetro medio de más de dos metros y 33 metros de altura. Se estima que presenta una edad superior a los 700 años. Abrazarlo es darte cuenta de su inmensidad.
Aunque a primera vista su aspecto es bueno si paseamos a su alrededor vemos una herida de rayo en la cara opuesta del tronco. Como consecuencia se ha abierto una grieta que sube a lo largo del tronco poniendo en riesgo su vitalidad. Para alargar la vida del árbol se ha atornillado su tronco para evitar que siga creciendo la grieta. Y se ha anclado mediante cables metálicos a otros árboles del entorno para evitar que este gigante se desplome.
El Hayedo del Retaule así como los demás hayedos existentes en estas montañas son restos de lo que fue la península Ibérica en aquella época. Después el clima se fue suavizando, las temperaturas subieron y los hayedos volvieron a emigrar al norte. Este hayedo sobrevive aquí gracias a los microclimas que generan las umbrías de estas montañas próximas al mar.
El Hayedo del Retaule es un espacio natural de extraordinaria belleza paisajística, compuesto por el hayedo más meridional de Europa. Este gran bosque de hayas tiene diversas especies protegidas como el acebo y cuenta con diversos árboles monumentales catalogados, dada su singularidad, su edad y su buen estado de conservación. Algunos ejemplares superan los 500 años de vida. Se trata de la gran reliquia forestal de la Tinença.
El habitante más ilustre de este bosque, el Faig Pare, es un espectacular hayedo que por sus formas caprichosas parece un árbol de cuentos y leyendas. Tiene 25 metros de altura con muchas ramificaciones y agujeros. Se calcula que cuenta con más de 250 años, acercándose a su límite de longevidad fijada en unos 300 años aproximadamente. La impresión es que nos encontramos en un lugar encantado o en un cuento de hadas, donde la naturaleza salvaje se nos muestra en su máximo esplendor. Las fotografías que puedas ver, no se acercan ni lo más mínimo a su grandiosidad. Nos despedimos de él sin haberlo disfrutado como merece, bastante gente haciendo ‘la coña’.
Volvemos por una senda preciosa pisando una alfombra de acículas rojas, cruzamos la cadena y bajamos con el coche hasta el Área recreativa de la Fou donde comemos, no sin antes despedirme de ‘mi samurai’, un montículo gigantesco que me recuerda a uno de esos guerreros del antiguo Japón.
Vemos de lejos el Pont Foradat, una ruta que dejamos pendiente, saludamos también a Amy Winehouse, aunque para Pau sea un Tuareg. Pasamos por la Font del Teix, que brota por medio de una lámina de agua bajo una pared, paramos en el cruce que lleva al Salt de Robert donde unos cazadores cargan sus trofeos, era día de ‘Cacería del jabalí’. Con esa sorpresa nos despedimos de un lugar increíblemente bello, al que volveremos a visitar seguro.
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1 Comment
Muchas de las fotos y sitios, (Retaule-Pi Gros- Faig Pare) no estan en La Tinença, estan en el Parc Natural dels Ports (La Sénia) (Tarragona).