Ruta de la ribera de Sant Nicolau Alta: De Boí al Estany Redó.
Es final de julio, por si alguien dice que no ha visto en su recorrido ni una mariposa. En estas fechas en las que visitamos una parte del Parque Nacional de Aigüestortes, te acompañan por donde vayas.
Lo hicimos desde el precioso pueblo de Boí, allí si miras en el centro de interpretación, la maqueta del Parque, te puedes hacer una idea de las dificultades que te puedes encontrar, porque tienes cumbres que superan los tres mil metros de altura donde ríos, barrancos, cascadas y ciénagas hacen que te sientas en lo que muchos llaman ‘el país del agua’, no obstante hay más de 200 estanques de formas y colores diversos, muchos de ellos inalcanzables para los que no estén en plena forma para la alta montaña, otros, posibles para ir incluso en familia.
Las altas temperaturas y la falta de precipitaciones se notan en el Parque, donde una gran diversidad de especies vegetales y también animales luchan para sobrevivir en lo que ya es un medio físico riguroso. Falta que llueva en cantidad y que las temperaturas vuelvan a lo que decíamos ‘normales’, pero que temo van a ser las habituales, sí, es ese cambio climático que puede llevarse al traste mucho de nuestro confort.
Junto a la Ermita de San Joan en Boí hay un servicio de auto-taxis (ocho personas) donde puedes acceder al Planell de Aigüestortes, lo que hace que mucha gente pueda acceder a este espacio totalmente llano, rodeado de bosques, prados y agua con un itinerario circular de pasarelas de madera adaptadas para silla de ruedas, personas con diversidad funcional y para niños, en un itinerario de baja dificultad pero no exento de gran belleza.
Eso hicimos, subir a uno de los taxis, 10,00 €/persona ida y vuelta hasta el famoso Planell de Aigüestortes. Allí iniciamos una de las rutas clásicas del Valle de Boí que discurre por el fondo del valle de Sant Nicolau y te adentra en el corazón de este espacio natural protegido. Caminamos al principio por una cómoda pista rodeados de la belleza de las montañas para descubrir lo que nuestros cuerpos pudieran aguantar: lo primero el Estany Llong, un típico lago de alta montaña rodeado de montañas que rozan los 3.000 metros de altura y de prados de hierba verde que terminan en frondosos bosques de pino negro.
El itinerario no es difícil, sólo tienes que tener ganas de caminar. La pista es ancha y cómoda y todo el camino te acompaña el murmullo del río Sant Nicolau, el canto de los pajáros y muchas mariposas. Es un regalo llegar a la planicie d’Aiguadassi que se abre ante ti mediante pasarelas para sortear los arrollos que hay y donde un montón de bovinos de la raza Bruna de los Pirineos campan a sus anchas con sus campanas al cuello. Es un gusto observarlos.
Llegas al refugio de Aigüestortes y un poco más arriba se abre ante ti un paisaje precioso que muestra el Estany Llong, que no ‘Llac’ que dice nuestro amigo Joan Mosgay de Barruera, que sube con su bolsa en mano a quitar todo lo que encuentra de suciedad en la montaña, y sí la hay. Él nos anima a ir a ver un pino monumental. La subida es dura para la mayoría de mortales, pero vale la pena. Allí está rodeado de un paisaje espectacular el ‘Pi de Peixerani’, un Pinus uncinata (pino negro). Cuando nos acercamos a él, vemos que se encuentra solo, en medio de un prado, situación que le ha propiciado que, a lo largo de los años, haya recibido varios rayos que le han dañado su copa arbórea.
Decidimos volver a bajar y parar un rato para observar y fotografíar el Estany Llong y su entorno. El agua está tan en calma que el reflejo forma un espejo casi perfecto. Recorremos la orilla sur y abandonamos el lago para acometer la subida fuerte del día que nos conducirá al Estany Redó, porque para ir al Mirador del Portarró de Espot nos falta tiempo, porque no es sólo ir a nuestro paso… es volver.
A una altitud de 2.200 metros está el Estany Redó, en un perfecto círculo de montañas. Es un lugar con cierta siniestralidad a la vez de con cierta magia y todo un espectáculo digno de ser el colofón final de una espléndida jornada por las montañas de Aigüestortes. Allí comimos, no todos los días puedes comer en un lugar tan bucólico y de repente… de un caluroso día, nos sorprendió algo de lluvia… y es que la montaña es así en ciertos lugares.
Quedó el Mirador del Portarró d’Espot por ver, desde allí hubiéramos visto según Joan, un paisaje apabullante con el Estany de Sant Maurici y todo su valle, rodeado por el Pui Pla y los picos de Les Agudes a un lado, y las agujas de els Encantats y la Roca de l’Estany al otro, pero esa… será otra ruta desde Espot.
Descendimos por el mismo camino que ya conocíamos hasta el Planell donde nos volvió a recoger el taxí hasta Boí. Y mañana… para descansar pueblitos de montaña con sus Iglesias románicas.
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