Fue en el mes de abril del 2015 cuando con parte de la familia visitamos Chóvar en la Sierra de Espadán. El Parc Natural de la Serra d´Espadà, situado al sur de la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana, ocupa una superficie de unas 32.000 hectáreas.
Lo conforman 19 municipios: Aín, Alcudia de Veo, Alfondeguilla, Algimia de Almonacid, Almedíjar, Artana, Ayódar, Azuébar, Chóvar, Eslida, Fuentes de Ayódar, Higueras, Matet, Pavías, Sueras, Tales, Torralba del Pinar, Vall de Almonacid y Villamalur. Localidades todas que por sí solas, bien merecen una visita. Nosotros nos quedamos en Chóvar y esta vez lo hemos hecho con Pau y Voro a mediados del mes de octubre.
Embalse de Ajuez en abril de 2015
Me ha dado mucha pena comprobar que no hay ni una gota de agua en el Embalse de Ajuez. Un vecino nos comentaba que actualmente el embalse tiene grandes grietas que no arreglan desde hace años y pierde el agua que pudiera retener y que por el contrario para los hidroaviones que lo pudieran necesitar si se ha hecho una gran balsa de agua más arriba del pantano, nos decía con cierta impotencia.
El Barranco de Ajuez con su presa permitió almacenar el agua para el riego de la huerta. Fue construido en el siglo XII por los musulmanes que poblaban el municipio. La verdad es que el paisaje cambia mucho con el embalse lleno de agua, pero pasamos de largo y entramos en la ruta que discurre por los barrancos de Ajuez y del Carbón. Ajuez, procedente de un vocablo árabe significa ‘tierras comunales dedicadas al pastoreo’.
Es una ruta de dificultad media, bastantes pedreras por el camino en uno de los parajes más hermosos de la Sierra de Espadán. Cuando pasas la presa te adentras en terreno encajonado que destila el agua que ha dado nombre a La Fuente Fresca. Las sendas que con el paso de los años se han ido utilizando por los vecinos para acercarles a los campos de cultivo se encuentran en perfecto estado y adentrarse por estas sendas es encontrarse con la naturaleza en estado puro: fauna, pero sobre todo flora nos deparan agradables sorpresas como el bien conservado bosque de alcornoques.
Panorámicas de gran belleza se alternan entre los impresionantes cortados rocosos, de un color rojizo intenso que contrastan con el verde de la vegetación con helechos de gran porte.
Nos desviamos para visitar los restos de la mina ‘El socavón’. Esta fue la última explotada (1966). Algunas vagonetas me recuerdan los paseos que de pequeña dábamos por los raíles de las vías del tren.
Ejemplo de la importancia de la actividad metalúrgica que albergó la Sierra de Espadán son los vestigios del complejo minero del Hembral, actualmente abandonado, en el que se observan, entre otros, restos de la mina El Socavón, formados por la escombrera, el motor, raíles, vagonetas y la cavidad, actualmente clausurada, debido a su potencial peligrosidad.
En este complejo minero se extraía el cinabrio, conocido también por bermellón, debido a su color, un mineral compuesto, mayormente, por mercurio, y utilizado para separar el oro y la plata de otros minerales.
La nevera se encuentra ligeramente más alta que el cerro del Castillo de Castro que podemos divisar desde aquí, ya que está situada a unos 820 m. La pendiente que accede a ella, aunque corta (200 m.) es sumamente dura a la hora de emprender la subida y requerirá nuevamente de fuerza extra para bajarla por lo pedregoso del terreno.
Pertenece al término de Alfondeguilla. El auge en el consumo de nieve a partir del s. XVI unida a unas condiciones climáticas favorables propició la construcción de una extensa red de pozos de nieve en el territorio valenciano. La nevera de Castro data del siglo XVII para abastecer de hielo a los pueblos de la Plana.
Tradicionalmente la nieve y el hielo se destinaban a la conservación de alimentos, con fines medicinales y también tenía usos gastronómicos, refrescarse los días de calor con bebidas frescas, granizados o algún helado.
En los tiempos modernos, desbancada la nieve por el frío industrial, desaparecieron los cosechadores de nieve quedándonos el disfrute de este valioso patrimonio cultural, que nos acerca a antiguos y duros oficios, los de montaña, que como no podría ser de otra manera han modelado nuestro paisaje.
La nevera de Castro es una de las siete neveras del Parque de la Sierra de Espadán y tal vez la mejor conservada ya que fue restaurada en 1995.
Ya en la población de Chóvar, observamos el escenario tradicional de los pueblos de origen morisco de la Sierra de Espadán, que estuvieron bajo su influencia hasta la explulsión de 1609.
La iglesia está dedicada a Santa Ana y se construyó en el s. XVIII. Su fachada es estrecha con la torre en el lado izquierdo. En su campanario destaca la campana dedicada a Santa Ana, fundida en 1943. La torre conserva dos ventanales con dos vigas muestra inequívoca que antiguamente poseía otras campanas.
Nos adentramos en la intimidad de la población entre callecitas y callejones que nos muestran la adaptación urbana a las condiciones del terreno. Muchas de sus calles están adornadas con macetas con flores y plantas que hacen más agradable el paseo. En la parte alta de la localidad, siguiendo por el Calvario, están los restos de un Castillo, que los musulmanes construyeron como torre de vigilancia.
A pocos metros de las últimas casas de la localidad, siguiendo el Barranco Carbón, se encuentra un bonito paraje llamado Las Carboneras habilitado para disfrutar de un entorno natural con mesas, agua y alcornoques centenarios.
El tiempo nos dio una tregua y tuvimos unos excelentes días para pasear a nuestras anchas por esta sierra, barranco arriba, barranco abajo (es lo que pasa cuando vas con Voro). Solamente el día de la vuelta nos regaló una pequeña tormenta envuelta en niebla. Por último calificar el interés de la ruta y la belleza del paisaje como excelente. La Sierra de Espadán tiene magia, os dejo con esta…
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