Situado en plena vertiente norte del paisaje protegido de la Sierra de Benicadell, encontramos Otos, municipio que pertenece a la provincia de Valencia, en la comarca del Valle de Albaida en la Comunidad Valenciana. Según Joan Coromines, el topónimo Otos proviene del íbero y significa ‘aliaga’, arbusto esclerófilo muy extendido a lo largo de la comarca.
Está situado a 20 kilómetros de Onteniente y a 87 kilómetros de Valencia. Cuenta con una población cercana a los 500 habitantes. Se extiende como decimos a la sombra del Benicadell de una forma alargada y estrecha en dirección norte-sur perpendicular a la montaña. Cuenta la historia que durante la dominación árabe, Otos fue una alquería, que cuando la conquista cristiana, por el rey Jaime I dio tierras a varios caballeros el 2 de mayo de 1248.
Aunque esta población es famosa por su ruta de relojes de sol, me llama especial atención las grandes ventanas que se abren al camino, protegidas por rejas. Son en su mayoría de viviendas de notable singularidad arquitectónica, como casas nobles que han sobrevivido a los grandes cambios paisajísticos y arquitectónicos del siglo XX. Como si estuvieran fortificadas para defenderse, pero hoy conservadas como signo de prestigio en el paisaje.
La iglesia a las horas que visitamos Otos estaba cerrada, pero sabemos que se trata de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, un templo católico catalogado como Bien de Relevancia Local. Este edificio ha sustituido al original mandado erigir bajo la advocación concepcionista, en 1574, por el arzobispo y patriarca S. Juan de Ribera. Una vez derribado el original se edificó el actual entre 1721 y 1724. La bendición de la nueva iglesia tuvo lugar en 1742.
En nuestro paseo encontramos un edificio señorial cuya estructura es característica de los palacios de la Corona de Aragón. Tres alturas en las que destaca en la parte superior una lonja formada por 18 ventanas de medio punto. Se trata del Palacio del Marqués de Sant Josep del siglo XVIII. Este edificio sufrió constantes cambios de uso y de propietarios, siendo comprado a la ONCE finalmente y rehabilitado entre 1996 y 2002. En la actualidad alberga la sede del Ayuntamiento y de otros servicios públicos (biblioteca municipal, sala de exposiciones, una colección etnológica y además un atractivo jardín).
Repartidos a lo largo de todo el casco urbano y en constante ampliación encontramos una serie de relojes de sol, que a día de hoy sumarán casi los treinta. Su historia comienza con Joan Olivares, un enamorado de su pueblo y de las palabras. Pero no vamos a comentar su faceta de escritor, sino la de gnomista: constructor de relojes de sol. Si unos crean con colores, formas, palabras o melodías, podemos decir que él también crea arte, esta vez con el tiempo. Y así puso manos a la obra junto con su amigo y pintor Rafa Amorós.
La idea fue aceptada y ejecutada por el Ayuntamiento, contando con la ayuda de fondos europeos PRODER, siendo inaugurada el 12 de marzo de 2005 y recibiendo de la Diputación de Valencia el 1º premio de Turismo en 2006. Es el municipio europeo que cuenta con una mayor densidad de relojes de sol. Se realizan y se colocan en un principio ocho relojes de sol de artistas valencianos con gran prestigio nacional e internacional: Arcadi Blasco, Rafael Armengol, Manuel Boix, Toni Miró, Andreu Alfaro, Artur Heras, Elisa Martín y Rafael Amorós.
Estos relojes nos indican como instrumentos, la manera serena y antigua de contar las horas, pero también cumplen con otra función no tan científica, la museística, una exposición a pie de calle de un gran valor cultural, porque todos ellos nos cuentan alguna historia. Son relojes de sol pero también de luna; realizados con mármol, barro, cerámica, acero…, y que marcan la hora solar pero a veces también la babilónica (cuántas horas hace que ha salido el astro rey), la itálica (cuánto falta para su puesta) o la canónica (seguía el ritmo de los rezos religiosos de los monasterios durante la Edad Media).
Según la información que hemos recopilado, los 8 relojes originarios eran los siguientes:
1.- La Norma no es un dogna. Andreu Alfaro
Un círculo y una recta, elementos básicos de la matemática y la astronomía, constituyen una obra que no había sido originalmente concebida como un reloj solar. La transformación del círculo puro en ecuador y de la recta en eje de rotación, convierte la obra de Alfaro en paradigma de una particular comunión entre el arte y la ciencia.
2.- Reloj de barro. Arcadi Blasco
Arcadi Blasco plasma de manera simple y original su visión del campo valenciano de interior. Es un reloj realizado con gres refractario cocido a 1.300 grados que forma los bancales del término de la Vall d’Albaida. Las texturas y las pequeñas variaciones de color sugieren el bello y variado mosaico del paisaje agrario a vista de pájaro, una imagen en tres dimensiones de lo que podríamos observar desde las cumbres del Benicadell.
3.- Unión. Elisa Martí
Mariano Seguí y Calatayud, el «Gatet d’Otos», fue un modesto agricultor convertido en el bandolero valenciano más popular y más perseguido de la mitad del s. XIX. Condenado a 70 años de cadena en el penal de Melilla y luego indultado, los últimos años de su vida los pasó en una casa del Raconet de la Plaza, pared con pared con el cuartel de la Guardia Civil. La ceramista otosina Elisa Martí, diseñó este elegante reloj para conmemorar el centenario de la muerte del más gran héroe local. La obra se completa con dos azulejos de cerámica que homenajean al ‘gatet’ con la frase «roder temido y amado», que quiere simbolizar las dos caras con que siempre se ha recordado Mariano en su pueblo. En la otra, un gráfico transforma el reloj de sol en un reloj de luna. Como el bandolerismo, un oficio que se practica más menudo con nocturnidad, se pensó que un reloj de luna haría mejor papel.
4.- Reloj de los pimientos. Rafael Armengol
Cualquier cosa puede marcar el paso del tiempo. Así lo entiende Rafael Armengol, que ante el reto de escoger un elemento representativo de las horas escoge el pimiento: una hora armengoliana es un pimiento de cuatro cantos, los de asar en el horno, a la brasa, de empapar con aceite y abonar con sal, de tragarse con deleite.
La obra de Armengol es un homenaje a la vida, a la tierra y al hombre. A todas las tierras y todos los hombres y las mujeres del mundo, pero sobre todo a nuestra tierra, Valencia, y a un hombre, Estellés, el hombre que vivió y la amó con intensidad, y el
poeta que nos lo transmitió magistralmente a través de su obra.
5.- Reloj bicicleta. Antoni Miró
La bici reloj de Antoni Miró reclama la atención del peatón, le invita a detenerse y reflexionar sobre el tiempo, aquel tiempo en que las cosas eran de otra manera: las bicicletas desproporcionadas y poéticas; aquel tiempo en que el sol aún ordenaba las vidas de los humanos por medio de su luz y sus sombras. La bici reloj invita a reflexionar sobre el tiempo que ha sido, lo que es y lo que será, sobre el paso del tiempo.
6.- Venimos del Norte, venimos del Sur. Rafael Amorós y Joan Olivares
Es el título de una canción conocidísima de Lluís Llach, pero también el más breve y acertado resumen de nuestra historia. Los romanos, los árabes, los cristianos y muchas otras culturas, han colonizado, luchado, trabajado, vivido y muerto en esta tierra. Por eso el reloj propone un alegato contra el racismo. Si ser racista es en sí mismo un contrasentido, más absurdo es todavía el racismo que proviene de un pueblo mestizo como el nuestro.
Los números romanos, simbolizan la civilización latina, los árabes, la islámica, los números escritos en letra, nuestro presente valenciano, y también un deseo de futuro, un norte señalado por una flecha de tiempo que es el gnomon; geográfico en la forma, filosófico en el fondo. El norte de un pueblo es lo que persigue, lo que aspira a ser, lo que sus hombres y mujeres construyen día a día. La cerámica en colores vivos es el símbolo de la tradición secular valenciana.
7.- Polifemo. Manuel Boix
En el viaje de vuelta de Troya, Ulises y sus compañeros desembarcaron en la isla de los cíclopes. Allí encuentran una cueva con comida y bebida por lo que organizan una fiesta. Cuando el habitante de la cueva, Polifemo, los descubre, devora a un par de ellos y cierra la salida de la cueva con una gran piedra. Ulises idea una estrategia para huir: Darle a probar vino a Polifemo, cuyos efectos eran desconocidos para el cíclope. Aprovechando su embriaguez, le clavan una lanza en el ojo y huyen atados al vientre de las ovejas cuando el cíclope saca a las ovejas a pastar. A partir de entonces, Ulises fue perseguido por la ira del dios del mar, Poseidón enojado con él porque había dejado ciego a su hijo.
Esta conocidísima historia está plasmada de manera genial por Manuel Boix en este reloj. La lanza de Ulises clavada en el ojo del gigante lo sumerge eternamente en el mundo de las sombras, pero es esta misma lanza, acaecido gnomon, que con su sombra nos hace luz sobre el paso del tiempo.
8.- Melón soleil. Artur Heras
Todo es sorprendente en este reloj de sol, comenzando por su nombre. Arthur Heras no se limita a añadir un reloj a sus motivos artísticos, ni decorar un reloj con elementos de su imaginario artístico. Cuando concibe un cuchillo, lo transforma en gnomon, cuando recrea las pepitas, les otorga dignidad de horas. Y para que tenga volumen, añade la singularidad que el reloj se encuentra en un plano oblicuo nada convencional, lo que lo convierte en un reloj doble cuando su propia sombra proyectada sobre la pared nos indica la hora simultáneamente con la del propio reloj.
Tambien contemplamos muchos otros relojes, relojes que homenajean a tradiciones como La Muixeranga de Algemesí, tambien nos dejamos por ver, obras que, en definitiva, recuerdan al caminante que hay que aprovechar el tiempo y vivir la vida. Volveremos y os contaremos más.
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