Fue pensado y hecho, pásabamos cerca y Jordi comentó de parar y ver este lugar, El Roc de Sant Gaietà, una pequeña urbanización situada junto al mar en la población de Roda de Berà (Tarragona).
La verdad es que en la costa catalana es popular la Costa Brava, salvaje y escarpada con playas idílicas y poblaciones de ensueño. Pero no todo se reduce a esta zona de Girona, la costa catalana nos ofrece un sinfín de calas, parques naturales y bellas poblaciones por todo su litoral, como esta, El Roc de Sant Gaietà en lo que se denomina ya Costa Daurada.
Su ubicación lo hace único. Su nombre ya nos da una idea de ello: pueblecito construido sobre las rocas, de ahí lo de ‘roc’. El nombre de El Roc de Sant Gaietà, además, lo completa el patrón del lugar, Sant Gaietà -San Cayetano en español-.
Inspirada en estilos arquitectónicos antiguos, fue ideada por Gaietà Bori Tallada, Pere Sureda y René Vandemeuter, un ‘sueño’ de tres personas que plasmaron sus ideas en una urbanización atípica y diferente, llena de belleza al lado del mar. Construida entre los años 1964 y 1972, encontramos un lugar inusual y lleno de detalles, es como una urbanización de pescadores con detalles góticos, románicos y mudéjares.
Visitar El Roc de Sant Gaietà, es toda una experiencia que no deja indiferente a nadie y es muy recomendable adentrarse en sus callejuelas que desembocan al mar o a plazas que te trasportan a otros lugares al más puro estilo gallego o andaluz, algunos lo llaman ‘El Pueblo Español’.
En El Roc de Sant Gaietà se integran también muchos elementos recuperados de antiguas casas abandonadas y masías. A los entendidos en arquitectura no les gusta nada por parecer una mezcla de estilos diferentes sin ningún tipo de razonamiento estético. Pero para los que no tenemos conocimientos de arquitectura disfrutamos de sus rincones que nos transportan a otros lugares y sobre todo nos transportan a un gran mirador para contemplar una parte de ese nuestro querido Mar Mediterráneo.
Calles estrechas interiores con diferentes detalles arquitectónicos: balcones típicos de Castilla, pilares y ventanales románicos, arcos de medio punto, cristales emplomados, detalles medievales, arcadas de estilo gótico, arcadas rebajadas, rejas de forja,… para los amantes de la fotografía mucho, mucho que hacer.
El lugar está impecablemente limpio y con una cantidad de plantas muy bien cuidadas. ‘Chapeau’ por los que las mantienen. Aunque pequeño el Paseo de la Ribera es un precioso jardín donde destacan los pinos doblados por el viento.
Disfrutar del atardecer en buena compañía, con una copa, una cena, o un simple helado arriba de la Roca Foradada, frente al mar en la ‘Punta de la Guineu’ no tiene precio. Os lo recomiendo.
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