Para conocer un poco del Maestrazgo turolense, nos alojamos en un hotel rústico de esos que llaman ‘con encanto’, El Cantón, un hotel rural donde la piedra y la madera son las protagonistas, si omitimos claro está, a sus propietarios que te hacen sentir mejor que en tu propia casa, sí y no exageramos. Su atención y servicio en pocos lugares lo encontrarás mejor. Mi valoración es un 10.
Si la comida o cena que puedas degustar con recetas de antaño muy bien elaboradas con productos frescos de proximidad, te van a gustar, en el desayuno fliparás, literalmente. No hay quien pueda terminarlo y en él encontrarás de todo, sí de todo: lácteos, embutido, chistorra, huevos, dulces, miel, fruta, café, pan, tomate, aceite, seguro que algo se me olvida… pero seguro que quedas satisfecho para afrontar el día.
Es un hotel sencillo, tranquilo, de cuidada decoración, cómodo y limpio en un entorno rural, a escasos metros de la población La Cuba. Este municipio situado en una ladera de la Muela Monchen (Sistema Ibérico), está a unos 124 Km de Teruel y muy cerca del límite con la provincia de Castellón. Forma parte de la Comarca del Maestrazgo, concretamente del Alto Maestrazgo, situado a una altitud de 882 m, el lugar más bajo de altitud de toda esta comarca turolense y ello se nota en su vegetación que cubre una superficie de 6,5 Km2 con menos de cien habitantes.
El municipio de La Cuba está cerca del Valle del Río La Cuba que recogiendo las aguas provenientes de la vertiente norte del Alto Maestrazgo, (Cantavieja, Mirambel y Tronchón), se dirige hacia Forcall. La Cuba linda con Mirambel, La Mata de Morella (Castellón) y con El Portell de Morella (Castellón). El río que lleva el nombre del pueblo hace de frontera con la provincia de Castellón.
Sobre el pasado de La Cuba hemos encontrado que su origen es anterior a la Reconquista pues en la Encomienda del rey Alfonso II a los Templarios, se menciona La Cuba como uno de los siete pueblos que componían la Baylía de Cantavieja (territorio de algunas encomiendas de órdenes militares, especialmente de la Orden de San Juan, equiparada a la Encomienda, como unidad administrativa territorial, a cargo de un comendador. También se denomina bailiazgo).
En el año 1241 el maestre de la Orden del Temple otorgó la Carta Puebla a la villa de La Cuba a favor de treinta pobladores, la referida carta fijaba unas condiciones muy escuetas: la dominicatura de los monjes, derecho de hornos y molino, impuestos, hueste y cabalgada. Como caso especial señalaba la exención a los pobladores de hueste y cabalgada en los años inmediatos a la concesión, privilegio que puede interpretarse en el sentido de que se intentaba arraigar a una población relativamente reciente que precisaba poner en cultivo las heredades recibidas y organizar su vida comunitaria en la localidad. También resulta curioso que en ningún momento llama a La Cuba con este nombre, sino con el del Valle de Desledón. Al parecer es una zona perteneciente a Cantavieja, algún despoblado que se va a poblar en este momento con 30 familias.
Más tarde paso a depender de la Orden de San Juan de Jerusalén en 1312 tras disolverse la Orden del Temple.
Cuenta una antigua leyenda descubierta gracias a los escritos descubiertos en un cuaderno de Fray Juan Moles, un monje de La Cuba exclaustrado del Monasterio del Olivar por los franceses en 1810, que la Villa de La Cuba en sus orígenes se denominada ‘El Valle del Oro’. La leyenda dices así: «Los más ancianos del lugar habían oído decir cuando eran jóvenes a otros ancianos, que en el pueblo se cometió un robo y los ladrones se escondieron en el cubo del diezmo. Cuando aparecieron se les llamaba los de la cuba, y así fue como se quedó ese nombre».
Finalmente su castillo y tu término fueron comprados por los tutores de Narciso de Olzinelles y Fluvía a Marti Viñals, oficial eclesiástico del arzobispo de Zaragoza el 26 de octubre de 1700.
La iglesia dedicada a San Miguel Arcángel, está situada en la plaza de la iglesia, en la zona más alta del pueblo. Es una edificación barroca del siglo XVIII. La campana grande de la torre fue restaurada hace unos años. Se arregló y se puso automática, para que no hiciera falta gente para bandearla.
Paseando por su casco urbano encontrarás tranquilidad en sus calles, podrás sentir la saludable y plena desconexión del ajetreo de una gran ciudad, podrás apreciar sus antiguas casas llenas de historia y la conversación y costumbres de sus habitantes. Es un buen lugar como campamento base en tu incursión por el Alto Maestrazgo.
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